Los especialistas de la residencia y centro integral para adultos mayores “Hogar la Ponderosa”, desarrollan una estrategia basada en la motivación e independencia del abuelo, así como paciencia y persuasión por el cuidador.
Nada es fácil cuando el familiar a cuidar tiene Mal de Alzhéimer, una enfermedad que implica deterioro cognitivo, e interfiere con su capacidad para realizar las actividades de la vida diaria.
Pero a la par de esta situación, hay quienes se especializan y aceptan ser cuidadores (dentro y fuera de la familia) de las personas que padecen este trastorno neurodegenerativo, el cual destruye lentamente la memoria y la capacidad de pensar.
Una de ellas es Alejandra Ayala, enfermera especializada de la residencia y centro integral para adultos mayores “Hogar la Ponderosa”, con sede en Caracas, quien maneja en su desarrollo diario la filosofía del buen trato.
Abordaje con estrategia
Persuadir y ser amable. Esas son dos de las cualidades que resaltan de la estrategia que usa el equipo de la Poderosa para garantizar la higiene y la vestimenta de las personas con alzhéimer.
“Comenzamos el día saludando a los huéspedes (así llaman a los pacientes) antes del desayuno. Les llevamos la ropa que van a vestir, tratamos de que sea cómoda y se ajuste a sus gustos. Les hacemos cumplidos sobre su vestimenta. Les sugerimos asearse y cuando ellos no están en capacidad de poner la crema en el cepillo los ayudamos, pero siempre les decimos qué lo estamos haciendo para que no sientan que los invadimos”.
Cuando se aplica esta técnica, acceden sin problemas. “También eso depende de la etapa del alzhéimer. No obstante, siempre tratamos de promoverles su independencia”.
La función del equipo del Hogar La Ponderosa es de acompañante. No obstante, durante el acompañamiento se observa cómo se desenvuelven la persona, la ayudan a estar calmada y orientada, le hablan para ayudarle a afrontar la pérdida de la memoria.
“Vamos viendo sus conductas, sus dificultades para vestirse y asearse, incluso si hablan, si son más lentos, si tienen alguna anomalía diferente a la enfermedad base, y todos esos datos nos sirven para detectar otras y establecer un protocolo de cuidado”, dijo.
Cuando la persona no quiere colaborar simplemente se le deja descansar y se vuelve en una hora. “Lo que nunca hacemos es obligarlos o decirles no. Usamos la persuasión, los motivamos con la comida, con la visita de un familiar, con las clases de música”.
Alentarlos para que se bañen
En cuanto a las funciones individuales, no dejan de impulsarlos para que se muevan y que ellos mismos intenten hacer sus cosas para que no pierdan movilidad e independencia.
Cuando no se quieren bañar les hablan de lo beneficioso que es. “A ellos les gusta estar de punta en blanco, siempre estar arregladitos y esa es una motivación para que salgan de sus cuartos. Los hacemos mirarse en el espejo y motivarse con su buena presencia, eso los ayuda a estar de buen ánimo”.
Y ese es el valor agregado que tiene el Hogar La Ponderosa: “Aquí estamos enfocados en prestarle la atención adecuada, a dedicarles tiempo, a estimularles a nivel cognitivo, les hablamos de temas que los mantienen activos y todo para que se sientan integrados”.
Esa misma estrategia la recomienda Ayala a la población general: “no es nada más darles alimentos y medicina, tener un paciente con alzhéimer es acompañarlos en esa etapa, tanto físico como emocionalmente, llevarlos a escuchar los pájaros o tener contacto con la naturaleza. Si es una persona encamada y para quien la higiene implica dolor, es importante hacerles saber que eso es pasajero. De eso se trata tener empatía”.
Para conocer más sobre el Hogar La Ponderosa Ayala invita a los interesados visitar la cuenta en Instagram @hogarlaponderosa.