Personas con trastornos neurocognitivos pueden tener sentimientos de tristeza debido a su condición, sobre todo en etapas iniciales, y lo recomendable es buscar atención profesional para su exploración y tratamiento
Los adultos mayores con trastornos neurocognitivos asociados a enfermedades como el Alzheimer, Huntington y Parkinson, entre otras, pueden sufrir de síntomas depresivos debido a la degeneración de algunas zonas cerebrales que causan estas patologías. Adicionalmente, los especialistas sostienen que también es posible que se sientan tristes o deprimidos debido a factores de su entorno.
La neuropsicólogo de la residencia y centro integral Hogar La Ponderosa, Erika Pazmiño, señaló que “quienes sufren de enfermedades neurodegenerativas pueden presentar afecciones emocionales relacionadas con su condición y entorno, y se debe analizar con cuidado cada caso particular, pero, en general, un trato amable, la escucha empática y amorosa, el tomar al paciente en cuenta, el hacer que se sienta útil, son conductas que van a influir positivamente en ellos y minimizará la posibilidad de desarrollar alguna alteración afectiva mayor”.
Indicó que “los adultos mayores, en ocasiones, suelen deprimirse porque se sienten incomprendidos. Una constante suele ser que en esta condición ellos llegan a repetir una y otra vez las mismas cosas, y quienes los rodean, ya sea porque no comprenden la condición o están agotados, presentan intolerancia ante ello, o se muestran poco empáticos y el no responderles de una forma más amena, ante cada una de las demandas constantes, disparará desajustes en el comportamiento de estos pacientes”.
La especialista enfatizó que estos síntomas depresivos no son lo mismo que un episodio depresivo mayor, “la depresión clínica o un trastorno depresivo mayor tiene unas características particulares, entre ellas, la anhedonia (incapacidad de sentir placer), insistentes ideas negativas, insomnio o hipersomnia, entre otras manifestaciones, en las que debe intervenir un profesional de la salud mental para su diagnóstico y tratamiento”.
Estas manifestaciones difieren de los cambios afectivos observados en los pacientes con patologías degenerativas, porque en ellos las fluctuaciones y reacciones favorables ante intervenciones conductuales suelen ser casi inmediatas.
Aclaró que cada persona es distinta, debido al tipo de trastorno neurocognitivo y su grado de avance, y que algunas disfunciones a nivel frontal producen manifestaciones similares a los cuadros depresivos. En esas situaciones el médico estudia el caso y da las indicaciones terapéuticas y farmacológicas pertinentes.
Inicio de síntomas
Pazmiño señaló que cuando el cuidador principal empieza a notar síntomas como tristeza, llanto frecuente que es difícil de calmar, sensaciones de culpa e inutilidad, e ideas de hacerse daño, debe intervenir. Explicó que “hay que abordar al adulto mayor, preguntarle qué le sucede y tratar de entenderlo. Una vez que esto se hace hay que acudir al médico tratante, ya sea un médico geriatra, un neuropsiquiatra o neuropsicólogo, para que observe y diagnostique estas manifestaciones, e indique el tratamiento que debe seguirse”.
Aseguró que los familiares o cuidadores pueden ayudar igualmente haciendo que la persona se concentre en cosas positivas, estimulándolo, y cubriendo eficazmente sus necesidades, “las salidas con la familia, sentirse querido, acompañado y tomado en cuenta ayudan en estas situaciones”.
Hogar La Ponderosa cuenta con médicos especialistas y neuropsicólogos, y personal asistencial entrenado para la atención de sus huéspedes permanentes y temporales, y también están disponibles para consultas externas.
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